¿Qué alteraciones físicas pueden afectar a los bebés que toman biberón?



El uso de biberón en el lactante menor puede provocar una serie de alteraciones en el área máxilo-facial, oral y faríngea, relacionadas con la forma del biberón y el modo en que el bebé extrae la leche de él:

- Alteración funcional de la succión-deglución-respiración: El niño que se alimenta con biberón debe improvisar patrones funcionales de succión-deglución-respiración para dosificar el contenido extraído y deglutirlo sin atragantarse (disfunción motora oral).

- Riesgo de aspiración de alimentos: Apneas prolongadas  (se refiere al cese completo de la señal respiratoria). La desorganización neuromuscular de la succión-deglución-respiración puede ser la causa de regurgitación y aspiración del alimento y de los episodios de apneas prolongadas que se producen en los alimentados con biberón.

- Interferencia en la maduración de futuras funciones bucales: Un patrón funcional básico alterado genera una distorsión de las futuras funciones, manifestada como deglución atípica, respiración bucal, disfunción masticatoria, dificultades en la fono-articulación del lenguaje, alteración de la postura corporal…

- Congestión del sistema adenoídeo (amígdalas faríngeas o vegetaciones):  El sistema 
adenoídeo de la retrofaringe, compuesto por múltiples ganglios y vasos linfáticos, se congestiona fácilmente cuando el niño tiene una función de succión-deglución anormal. 

- Riesgos de otitis y enfermedades respiratorias: La congestión del sistema adenoídeo 
involucra una congestión de la mucosa respiratoria y de la trompa de Eustaquio. La diferencia de temperatura en más o menos grados que la leche materna, y el azúcar agregada al contenido del biberón también pueden causar congestión de las mucosas. Las mucosas respiratorias y la trompa de Eustaquio congestionadas se hacen insuficientes y por lo tanto vulnerables a la infección, siendo ésta una de las causas de frecuentes enfermedades respiratorias, alergias y otitis media en los lactantes alimentados con biberón.

- Hábito de respiración bucal: Episodios de congestión de la mucosa respiratoria y del 
sistema adenoídeo obligan al niño a buscar la alternativa de la respiración bucal para ingresar el aire necesario a sus pulmones. Si estos episodios son frecuentes o prolongados, el niño adquiere el hábito de respiración bucal, con todas las consecuencias que ello acarrea: falta de ventilación adecuada, infecciones respiratorias recurrentes, hipoacusia, alteración desarrollo torácico y de la postura corporal, alteraciones del desarrollo máxilo-facial, facciones típicas alargadas y con la boca abierta …

- Alteración de la postura cérvico-craneal y del eje vertical del cuerpo: La disfunción 
linguo-mandibular producida por una función alterada de la succión-deglución-respiración, produce una mala posición compensatoria de la cabeza y el cuello con respecto a la cintura escapular y el eje vertical del cuerpo.

- Alteraciones del desarrollo máxilo-dentario: El buen desarrollo de los maxilares y de la oclusión o mordida dependen en gran medida del equilibrio de las fuerzas de presión tracción que ejercen los músculos sobre las estructuras óseas con las que se relacionan. Cuando el niño usa biberón no hace fuerza de vacío succional, de gran importancia para el equilibrio de las presiones-tracciones musculares internas (lengua y velo del paladar) y externas (labios y mejillas).

- Mayor riesgo de caries:  El azúcar o los alimentos azucarados agregados a la leche 
artificial son la causa del gran número de caries que presentan los niños alimentados artificialmente. Utilizar tetinas, chupetes o biberones endulzados supone un factor de riesgo de caries dental en la infancia.

- Creación de hábitos disfuncionales de succión: La prolongación de la succión, ya sea de 
chupete o biberón, más allá del tiempo para el cual está programada como función básica, crea en el niño una dependencia, transformándose en hábitos disfuncionales que alteran en menor o mayor grado el desarrollo morfofuncional de los complejos orofaríngeo y dentomáxilo- facial. Por ello la Asociación Española de Pediatría recomienda usar el chupete hasta el primer año de vida del niño, pero no después. Por otro lado, a largo plazo, si el bebé sigue tomando biberón después del año se fomenta la obesidad, y el hecho de que la leche artificial carezca de los componentes de la leche materna que protegen el bebé de manera natural, lo exponen a más enfermedades. Está comprobado que los niños alimentados con leche artificial enferman con mayor frecuencia de diarreas, enfermedades respiratorias, otitis y alergias.

Visto todo esto, el uso del biberón debería reducirse en el tiempo para evitar estos riesgos de 
alteraciones físicas. Por ello los pediatras recomiendan que se pase al vaso, para no adquirir “vicios” que hagan que la estructura bucal se deforme y dé lugar con mayor facilidad a los problemas vistos.



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