Aprender a comer bien

La alimentación implica varios procesos que ayudan a entrenar los músculos faciales. 


El acto de tragar sirve para entrenar los músculos del habla y, aunque cada proceso requiere diferentes movimientos, finalmente se suplen uno al otro. Todo esto es un proceso natural, pero es importante que los padres lo respeten y permitan que el niño evolucione. 


El bebé nace dotado de reflejos que le permiten mantenerse con vida y reaccionar ante los estímulos del mundo. Los orales, como la succión, la deglución, la mordedura y la masticación, le permiten alimentarse y establecer comunicación con su madre.



Cuando el bebe empieza a tomar la leche materna succionando, va favoreciendo el desarrollo de la musculatura oral y facial, ayudando a que la lengua del bebé tenga la posición y función adecuada que determina un buen crecimiento dentario. Además, previene de los malos hábitos que deforman y alteran la mordida correcta, que es cuando los dientes del maxilar superior quedan dos o tres milímetros sobre el inferior, ni más ni menos es lo ideal.


En la deglución (hacia los tres meses), es cuando desaparece el reflejo de búsqueda del pezón, el de succión se coordina con la deglución o el tragar. Esto permite que en dicho momento disminuya el riesgo de que el bebé se ahogue y se atragante con la leche o el alimento. La coordinación de succión, deglución y respiración es lo que hará que el niño pueda alimentarse mejor y permanecer así hasta la etapa adulta. 

La mordedura es cuando se estimulan sus encías y automáticamente cierran las mandíbulas. Este reflejo evolucionará para permitir movimientos laterales de masticación. Responsable junto con la lengua de la formación del bolo alimenticio.
El control de la masticación se logra a los cinco o seis meses, simultáneamente, con la erupción de los primeros dientes. La masticación le permitirá coordinar el movimiento de todos los demás órganos labios, lengua, mandíbula y mejillas, junto con la respiración, para poder manejar los alimentos, tragarlos y digerirlos. 
La masticación implica movimientos laterales del cierre de los labios, la lengua se encarga de formar el bolo alimenticio junto con la saliva, se requiere gran fuerza de los músculos de las mejillas y la posibilidad de alinear los dientes. Este proceso sirve para cortar y triturar los alimentos. Todo para mantener la comida dentro de la boca y facilitar su paso a la faringe. 
Cuando ésta se mueve libremente, horizontal o vertical, favorece la producción adecuada de sonidos vocálicos y permite que se dé una buena resonancia, proceso necesario para que su voz tenga un buen timbre e intensidad. Esto apoyará la claridad en la articulación de los sonidos del habla. Cada una de esas posibilidades de aprendizaje motor a nivel de los labios, lengua, maxilar superior e inferior y mejillas, le dan al niño las posibilidades para producir sonidos parecidos a los del adulto.

 Los principales beneficios del uso de la cuchara en los niños son:



  • La “protrusión” de la lengua. A esto nos referimos a la posición adecuado de la lengua dentro de la boca, específicamente, atrás de los dientes incisivos inferiores. Este adecuado posicionamiento, evita situaciones como respiración bucal (lo correcto es una respiración nasal) o presencia de babeo a causa de una lengua que está descansando sobre los dientes o se encuentra fuera de la boca en todo momento.
  • El control de mandíbula es una habilidad reforzada por la masticación de alimentos, que aporta fuerza y estabilidad a los músculos de esta área. Esta destreza se inicia entre los 5-7 meses de edad, que es aproximadamente el tiempo en que el bebé comienza a sentarse sin apoyo (control postural).
  • Cierre y fuerza labial: son destrezas fundamentales para emisión de los sonidos M, P, y B en el lenguaje, que favorecen la masticación con la boca cerrada y la reducción de babeo por permanecer con la boca abierta. Además, cuando se trabaja la fuerza y el cierre labial, se estimulan los músculos orofaciales como los maseteros, bucinadores y risorios (ubicados en las mejillas), que intervienen en el habla.
  • Y sobre todo, a nivel de desarrollo, el uso de la cuchara impulsa la independencia de los chicos, ya que muchas veces, ellos desean empezar a utilizar la cuchara por sí mismos, estimulando así, habilidades motoras finas que se requieren para la escritura.
Para la hora de comer con cuchara debemos de encontrar la adecuada pero no todas son ideales cuando se utiliza por primera vez en los bebés. Se debe tener en cuenta las siguientes características:
  • El material: debe tener unas características sensoriales a nivel oral. Para chicos con características hiposensibles (que les dificulta reconocer estímulos o tienen sus músculos flácidos) se recomiendan cucharas de plástico duro o cucharas metálicas, para que la cuchara proporcione mayor sensación y percepción en la cavidad oral. En casos de chicos con hipersensibilidad (que reaccionan alto a los estímulos o evitan texturas), se utilizan cucharas más suaves que pueden ser de goma o flexibles para que no consideren que la alimentación es una actividad invasiva en su boca.
  • El tamaño: debe ser acorde al diámetro de la boca, esto es fundamental en bebés.
  • La forma: hacemos énfasis en el cuenco de la cuchara (espacio donde se deposita el alimento), debe ser poco profundo, para que el alimento esté a la altura apropiada y se tome con los labios.
SEÑALES DE ALERTA
Usted debe considerar consultar a un logopeda si:
• El niño almacena alimentos dentro de su boca y no los puede pasar.
• El niño tose, vomita o se ahoga con frecuencia cuando está comiendo.
• El niño tiene hábitos orofaciales (chupar dedo, una sábana, un lápiz, ...) y le causa dificultades para comer por la mala posición de la lengua.
• El niño no habla claro para su edad, en términos de articulación, máximo cinco años.
• El niño no puede mantener el alimento dentro de su boca cuando come. Saliva demasiado y tiene que botar el alimento.
• Cuando tiene que estirar el cuello para pasar, seguramente no está formando adecuadamente el bolo alimenticio.
• Tarda demasiado tiempo en pasar, y si a pesar de esto le quedan restos de comida dentro de la boca.
• Hay regurgitación nasal u oral del alimento (que el alimento se devuelva por una de estas vías).
• Salivación y babeo excesivo por demora en la deglución.

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